domingo, 30 de marzo de 2008

Extrañas parejas

Las mujeres estamos convencidas de que nuestra pareja es algo de otro mundo. Que nuestros problemas y anécdotas son la expresión más particular y sofisticada del amor. Que nuestros recuerdos deberían ser un libro, una comedia romántica, o por lo menos una anécdota curiosa que viaja de sobremesa en sobremesa.
Esta creencia torpe e ingenua a mí me parece encantadora. Como un coleccionista apasionado, cada vez que una mujer me cuenta las primeras citas con su novio, me fascina abrir los ojos bien grandes y decirle que nunca escuché cosa más especial. Nunca falla. Apenas digo que es la mejor historia del mundo, empiezan a soltar la lengua.
La histérica y el boludo son, por ejemplo, el tipo de pareja más común que conozco. Ella es chillona, prepotente y caprichosa, y él es un pancito de Dios. Ella se la pasa cagándolo a pedos delante de todo el mundo, pidiéndole cosas o poniendo mala cara porque trajo las facturas equivocadas, tiró un vaso de agua sobre la alfombra o se olvidó de comprar limones cuando fue al supermercado.
No lo deja hacer nada de nada, principalmente si tiene relación directa con sus amigos de soltero. Si vienen a su casa a comer o a ver un partido, la tolerancia de la histérica dura quince minutos. Pasado ese tiempo, se escucha un graznido que dice: "MAAAAAAAAAAAARCEEEEEEELO VENI POR FAVORRR"), se meten en el cuarto y se escuchan susurros ininteligibles. Cuando Marcelo sale, le dice a sus amigos siempre lo mismo: “Chicos, Maru se siente mal y nos tenemos que ir” o “Chicos, Maru tiene razón, no da que vengan si ustedes no pintaron y empapelaron la casa. Le tenemos que pedir perdón”.
Cuando frecuentan amigos de ella, en cambio, se pone de buen humor y se dedica a hacer chistes despectivos sobre su pareja, ridiculizando sus puntos débiles y contando un montón de intimidades que jamás deberían haber abandonado su habitación. Además, la histérica está obsesionada con que el hermano, el jefe o el socio de su novio lo están cagando y le llena la cabeza de teorías conspirativas para que pida un aumento o se busque un trabajo nuevo.
Si bien nadie la soporta, los amigos nunca le dicen a Marcelo lo que realmente piensan de su novia. Recién el día en el que él toma coraje y la deja, su familia festeja con una suelta de globos y él por fin recibe el aluvión de reproches y anécdotas horribles sobre su ex pareja.
A la inversa, la fanática y el engreído son otro modelo de relación muy común. Por medio de ardides psicópatas, él la convence de que es un héroe griego, y desde ese momento, ella vive para contar anécdotas que ilustren la engreída estampa de semidiós de su pareja. Que sabe todo, que es el más lindo, que siempre tiene razón. Todos los demás viven equivocados a la sombra de este profeta grandilocuente y sabelotodo que nos ilumina con sus anécdotas. Y como si fuera poco, mientras ella relata cómo él se peleo con un amigo, él asiente desde el fondo, como un entrenador de perros orgulloso mirando como su cachorra ataja un huesito de alimento balanceado sin moverse de la mesa.
Cuando sale con sus amigas, la fanática tiene un hábito inmoral y repugnante. Cada vez que alguna relata un defecto de su pareja, ella ofrece un contrapunto fantasioso y edulcorado sobre la suya. Si su amiga se queja de que su novio deja el baño mojado, ella acota que el suyo lo lustra con mirada de rayos laser sin moverse del bidet. Si dice que su novio no cocina, la fanática acota que el suyo la lleva a comer afuera todos los días y a la vuelta la carga en andas y le canta una serenata en la puerta del edificio.
Los siameses, otro estereotipo muy corriente de pareja, borran todos los pronombres, verbos y anécdotas en singular de su vocabulario. Se las ingenian como maestros de la lengua castellana para relatar absolutamente todo en la primera persona del plural: "A nosotros nos encantó esa película", "La zanahoria no nos gusta", "No somos de salir mucho".
Son, además, los creadores del numerito de "cortá vos" (que consiste en llamarse por teléfono y una vez agotada la conversación, exhortar al otro a que corte primero: "Cortá vos" "Nooo, cortá vos", "No, vos", "¡No! ¡Vos") y de "Yo te quiero más", un ritual parecido pero aún más empalagoso, en el que ambos amantes intentan convencer al otro de que ellos aman más: "Yo te amo más", "No, yo más", "No, yo", "¡No! ¡Yo te amo más!".
Previsiblemente, van a todos lados juntos. Él es el boludo que vemos a la salida de una clase esperando a su novia con la campera en la mano, y de ella es la cabecita que se asoma desde el auto cuando él baja para dejar algo en la casa de un amigo.
Otro ejemplo un poco más raro pero frecuente son la boluda y el gritón, que tienen un pacto secreto para mantener viva la relación: él la trata como un trapo de piso y ella lo excusa diciendo que está muy nervioso por el trabajo.
Son, paradójicamente, el matrimonio perfecto. Se complementan de manera vital, necesaria: él precisa a quien pisotear, y ella es una masoquista que encuentra goce en ser pisoteada. Cada vez que él la humilla en público, la increpa por una camisa mal planchada o le dice que es una inútil, ella se autoconvence de que lo soporta porque en el fondo él es bueno y la quiere. Pero la realidad es otra. Debajo de su mansa tolerancia, está segura de que su novio tiene razón: si lo deja se la comen los piojos.
Los presumidos escandalosos, en cambio, se gritan de manera recíproca. Su numerito más famoso es discutir en la calle y que uno se vaya caminando y el otro lo siga y lo agarre del brazo para retenerlo. Son como un espectáculo teatral interactivo, que incluye amigos, transeúntes y policías que no quieren participar de la obra, pero lo terminan haciendo.
Son celosos, posesivos, irracionales y no tienen vergüenza. Hacen cualquier cosa para ser el centro de atención (ya sea para que los miren, los consuelen o los atajen cuando se están por trompear con un tercero). Cuando van a una fiesta, por ejemplo, uno de los dos se emborracha y termina arruinando la velada. A veces ella pone mala cara hasta que él estalla de ira, a veces uno de los dos coquetea con un tercero, y otras veces ella agarra de los pelos a alguna soltera que tuvo la mala idea de mirar de reojo a su novio.
Por teléfono también tienen un show interesante. Mientras ella sale con sus amigas él llama para pelear a su celular. Si ella no lo atiende, insiste al de sus amigas, y si no quieren pasarle con su novia, se va hasta allá y arma un escándalo con botellazos y todo.
Y por último, están el desastre y la salvadora. Antes de conocerla, él era el peor partido del mundo: mujeriego, ludópata, mentiroso, irresponsable. Pegaba los mocos debajo de la mesa, se olía sus medias sucias, se gastaba el sueldo entero en la ruleta. Pero ella ve algo especial en él, lo convierte en su proyecto personal, y luego de un año de convivencia, encuentran una forma de tolerar las mutuas extravagancias.
A pesar de que nadie cree que su relación puede prosperar, se quedan juntos muchísimos años, unidos por un vínculo misterioso y singular, que nadie —ni sus propios hijos— terminan de entender nunca.

50 piedras con las que las mujeres tropezamos una y otra vez

1. Teñirnos el pelo o probar un corte de pelo nuevo un día antes de una cita.
2. Mirarnos los granitos, la nariz, los dientes en una vidriera espejada (Si sabemos que adentro hay gente).
3. Confiar en que un hombre va a llevar a pasear, bañar y a juntar la caca del cachorro.(Mienten con esto desde los 5 años de edad)
4. Hablar de más.
5. Pesarnos después de tomar dos litros de agua pensando que nos la vamos a bancar (Y después llorar)
6. Indagar sobre un tema que sabemos que nos va a hacer mal saber.
7. Creer que vamos a poder rescindir el contrato cuando queramos.
8. Volver a probar con el autobronceante en crema todos los veranos (Es imposible no marcarse los dedos)
9. Confiar en que vamos a comer uno solo (una sola bandeja)
10. Comprar la horma entera de queso "para tener" (Tener panza)
11. Preguntarle y creerle pronósticos a la tarotista (Sólo si son buenos)
12. Ponernos al sol con aceite de cocina al mediodia porque el sabado tenemos una fiesta (Y necesitamos estar bronceadas ya mismo)
13. Creerle a todas las publicidades de productos para el cabello (Al único que hay que creerle es al photoshop)
14. Pensar que es sólo una amiga.
15. Aceptar que te presenten a un amigo del novio de tu amiga (Los hombres normales no aceptan esas cosas)
16. Hacer trabajos en grupo en la facultad (Vamos a terminar haciendo todo nosotras)
17. No ir a cambiar un pantalón que nos queda chico porque vamos a bajar de peso y nos va a entrar (De guante)
18. Ofrecer la casa para una fiesta
19. Pensar que en una relación puede haber un bueno y un malo (Si estuvieron juntos tanto tiempo...)
20. Darle otra oportunidad sabiendo que no va a funcionar
21. Creerle a un hombre que va a cambiar (Cambiar de novia)
22. Pensar que las rayas o los colores claros no nos hacen más gordas, que es un mito. (Es un mito. Lo que nos hace más gordas es comer pan)
23. Comprar una una prenda color blanco creyendo que la vamos a cuidar
24. Creer en la palabra "temporal".
25. Presentarle un novio a tu familia.
26. Pensar que "total, al otro día hacemos todo líquido" (Sí, licor y crema sin batir)
27. Perdonar a una amiga que nos robó un novio.
28. Preguntar "¿En qué estás pensando?"
29. Hacernos toda la película con un hombre luego de la primera cita.
30. Creerle a la vendedora (Que encima trabaja por comisión)
31. Suponer que sí, que después del programa y antes de quedarse dormido, efectivamente va a lavar los platos.
32. Dejar de hacer algo por un hombre.
33. Pasarnos la maquinita porque nos invitaron a una pileta de imprevisto, aún cuando habíamos jurado no volver a hacerlo nunca más.
34. Amargarnos o alegrarnos por el horoscopo del domingo.
35. Mirarnos en el espejo del ascensor.
36. Creer en la envidia sana.
37. Contestarle el teléfono a un ex novio.
38. Encargarnos de organizar algo en el colegio de nuestros hijos, de juntar la plata para una cena, de comprar el regalo de fin de año de una maestra.
39. Decir toda la verdad.
40. Creernos que "están juntos por los chicos"
41. Prestar ropa, libros o cds.
42. Confiar en el mozo que dijo que no tenía crema ni aceite. (Por favor, los cocineros de bares no saben cocinar sin crema o aceite)
43. Creer en la centella asiática, las ceramidas, la placenta de tortuga, las propiedades del té verde y del adelga-mate.
44. Pensar que quizás esta Navidad la pasamos bien.
45. Creernos que lo exterior no es importante (Pero por favor, claro que es importante)
46. Aceptar el consejo de una amiga resentida con los hombres u obsesionada con su ex marido.
47. Pagar mil doscientos pesos por un tratamiento con cápsula de ozono, algas y vendas frías (¡Chicas, sabemos que es todo mentira!)
48. Pensar que se asustaron, que perdieron tu teléfono, que tienen miedo de quedar desesperados, que están intimidados.
49. Salir con tipos muy lindos, muy preocupados por la ropa, o que conozcan muchos restaurantes y boliches.
50. Decir "te amo" antes que ellos.

Somos lo qe no comemos.-

Me niego a compartir el mundo con mujeres que no necesitan hacer dieta. No puedo aceptarlo. Es indignante, inmoral, imposible. Es una cuestión de principios: si tengo que asumir que algunas comen todo lo que quieren sin sufrir las consecuencias, no quiero seguir viviendo.Supongamos que las mujeres se pueden ordenar de acuerdo a su forma de comer y que en la punta superior están las que apenas prueban bocado (las que se olvidan de almorzar, por ejemplo) y en la otra, la inferior, las golosas insaciables, que como yo, por la noche sueñan con orgías de scones. En el medio quedarían, entonces, las flacas que nunca engordan, las que hacen dieta toda la vida y las gordas resignadas.Las que a mí me interesan, las que hacen dieta toda la vida, pueden ser gordas o flacas. La silueta es lo de menos. Algunas hacen ayunos, otras se entregan a una fuerza superior, y otras se engañan mientras recuperan los kilos de a poquito. Todas son, a su manera, diferentes; cada una cree en un dios distinto. Sin embargo, hay algo que las une. Bajen o no bajen de peso, están destinadas a una dieta mientras vivan y, a diferencia del resto del mundo, no están definidas por lo que hacen, sino por lo que dejan de hacer, o para ser más clara, por lo que no comen.

La gorda negadora
Mantra: “Yo prefiero tener unos kilos de más pero disfrutar, no me van esas minas que se la pasan contando calorías todo el día”
La negadora vive mirando el canal Gourmet y probando recetas de Narda Lepes como Plumcake con amapolas o Shepherd´s Pie, creyendo que en vez de una adicta imparable, es una sibarita. Como no considera sus excesos gastronómicos como un problema, cree que cuando quiera bajar de peso, lo hará sin mayor inconveniente. Porque “cuando ella se pone, se pone”.El problema, sin embargo, es que nunca se pone, que nunca se pesa y que no ve la cantidad que come porque cree que los restaurantes sirven platos pequeños para estirar el presupuesto y que los paquetes que dicen “rinde 4 porciones” en realidad son para uno solo.La negadora siempre hace dieta sola, en su casa, sin consultar a nadie, midiendo la bajada con el talle de pantalón para no enfrentarse a la amarga realidad de la balanza. Opta por versiones extremas, como la dieta de la luna, o la dieta de Atkins, pero después de dos días, cuando se siente una sirena, siempre la deja.

La gorda dietera
Mantra: “Sí, mayonesa light se puede”
A diferencia de la anterior, la gorda dietera tiene la sensación de que vive a dieta desde que tiene doce años. Y digo “la sensación” porque si realmente viviera a dieta, sería flaca.A pesar de que a veces tiene nada más que cinco kilos de sobrepeso crónico, la gorda dietera ya probó de todo: tratamientos, acupuntura, pastillas, actividad física extrema. Cada vez que arranca un nuevo régimen, se entusiasma y dice que está distinta, que no tiene hambre, que no le cuesta hacerlo y que esa es la solución de su vida.Sin embargo, son solo palabras. A las dos semanas inexplicablemente empieza a faltar, deja de pesarse, agrega un poquito de comida, y otras delicias de la vida dietera. Delicias, que, por otro lado, anticipan un fracaso estrepitoso y un encuentro esperable con las harinas complejas.Como la anterior, también vive cocinando, pero para sostener una ingeniería dietética de placebos que la ayuden a sostener el régimen de comidas. Realiza toda clase de recetas en versión light, pasando por tortas, merengues y confituras a base de leche en polvo, edulcorante, gelatina sin sabor y esencias, que si bien tienen menos calorías que sus versiones regulares, son sumamente engordantes de todas maneras.Es la consumidora número uno de todos los disparates light del mercado. Desde crema 0% grasas hasta salame bajas calorías, y aunque sepa que son engaños viles, prefiere creerse que no engordan antes de cerrar el pico.

La obsesiva
Mantra: “En vez de comer un helado, prefiero comerme 1 barra de cereal + 1 vaso de leche con cacao amargo y edulcorante + 1 banana mediana, que tiene las mismas calorías
"La obsesiva sabe las calorías de todos los alimentos como un fanático religioso que se aprendió la Biblia de memoria. Tiene teorías propias de combinaciones de ingredientes que aceleran el metabolismo, tés diuréticos y otros hechizos (adora la gelatina y las manzanas por ejemplo, pero jamás mezcla pastas con proteínas) y sufre una relación patológica de amor odio con los hidratos de carbono.Además, vive negociando y calculando el impacto de lo que va a comer como si fuese un corredor de bolsa. Piensa en el gimnasio ya no como una fuente de salud, sino un sistema de reintegro abierto de calorías. Si come un plato de ravioles, por ejemplo, y consume seiscientas calorías en el almuerzo, por la tarde va al gimnasio a quemar otras trescientas para poder hacer una cena más suculenta.Es previsible, entonces, que suba y baje de peso todo el tiempo. Semejante coordinación y montaje de artimañas dieteras, sólo tiene un final posible: engordar.

La fabuladora
Mantra: “Chicas, chicas, estoy re gorda”
La fabuladora no es flaca, es flaquísima. Su actividad principal es decirle a sus amigas que comió un montón de chanchadas e imitar el tamaño de los alimentos con el contorno de los dedos. Sin embargo, todos los que alguna vez la vieron comer, saben que miente; que cuando jura haberse atracado con un millón de empanadas, en realidad quiere decir que le robó un pedazo de repulgue al novio.Para probarle a sus desconfiados interlocutores la veracidad de estos supuestos, la fabuladora ejecuta siempre una prueba física: se contorsiona, se agarra la piel de la panza, y, disfrazándola de rollito, pide que todos miren lo gorda que está.Si además sus amigas hablan de hacer dieta, ella no puede soportar quedarse afuera, y aunque no tenga nada para bajar propone que vayan todas juntas a Figurella o empiecen el mismo día, la dieta Scardale. Si, en cambio, hablan con resignación de lo mucho que comen, ella se muerde el labio inferior y niega con la cabeza mientras repite que no tiene arreglo, que le gustan demasiado los chocolates.

La tramposa
Mantra: “Un poquito no hace nada” “Mañana todo líquido”
La tramposa vive dibujando y reagrupando lo que come como un contador evasor de impuestos. Cada vez que rompe la dieta, en vez de empezar de nuevo o de imponerse disciplina, piensa “bueno, comer media banana más es como si antes hubiera comido una banana más grande” o “en realidad no es tan grave, porque es fruta, es pura agua”.Lentamente va estirando y deformando las consignas de la dieta, con tanta destreza, que hasta ella misma se convence de que no baja de peso por un problema metabólico. Si el médico le asigna 100 cc de leche descremada por día, arranca tomando leche entera, después la cambia por yogur, más tarde por queso blanco y después por 100 gramos de queso camembert con galletitas.Siempre posterga el problema o le atribuye el fracaso de su dieta a otros motivos. Se promete a sí misma rutinas de ejercicio para el día siguiente, jura que ese bombón que tiene en la mano será el último y que volverá sin probar bocado de un banquete romano, pero nunca cumple.Por último, hay algunas menos interesantes pero igualmente reales: la terrorista (que sólo consume tomates cherry y coca light por miedo a engordar), la oral (que se la pasa hablando de calorías, nutrientes, colesterol, mientras se come una hamburguesa en un fast food) y finalmente, la madre represora (que como fue gorda de joven ahora persigue a su rolliza hija de ocho años para que el lunes arranque la dieta de la luna con ella).

lunes, 24 de marzo de 2008

Mi dieta.-

DIARIO DE UNA MUJER HACIENDO DIETA:

Querido DiarioHoy comencé a hacer dieta. Preciso perder 8 kg. El médico me aconsejó escribir un diario donde debo colocar mi alimentación y hablar de mi estado de ánimo. Me siento de vuelta en la adolescencia pero estoy muy entusiasmada con todo. Por más que la dieta sea dolorosa, cuando consiga entrar en ese vestidito negro maravilloso, va a estar todo perfecto. Primer día de dieta. Un pedazo de queso blanco. Un tazón de cereales diet. Mi humor está maravilloso. Me siento más liviana. Un leve dolor de cabeza tal vez...Segundo día de dieta.Una ensaladita rápida. Algunas tostadas y un vaso de yogurt. Aún me siento maravillosa. La cabeza me duele un poquito más fuerte pero no es nada que una aspirina no pueda solucionar. Tercer día de dieta. Me desperté en el medio de la madrugada con un ruido extraño... Creí que era un ladrón, pero después de un tiempo me di cuenta que era mi estómago... Tomé un litro de té... Estuve meando el resto de la noche. Anotación: SUPRIMIR té de manzanilla.Cuarto día de dieta.Estoy comenzando a odiar la ensalada. Me siento una vaca mascando pasto.Estoy un poco irritada, pero creo que es el tiempo... Mi cabeza parece un tambor... Mi compañera de trabajo comió una torta alemana hoy en el almuerzo. Pero yo resistí. Anotación: ...Odio a mi compañera de trabajo.
Quinto día de dieta.Juro por Dios.. que si yo veo un pedazo más de queso blanco frente a mi ...vomito! Mi almuerzo: una ensalada, la muy desgraciada parecía reírse en mi cara... Preciso calmarme y volverme a concentrar. Compré una revista con Dolores Barreiro en la tapa :mi meta. No puedo perder el foco.Sexto día de dieta.Estoy muerta. No dormínada y lo poco que conseguí dormir ... soñécon un flan de vainilla. Mato por un pedazo de alfajor...Séptimo día de dieta. Fui al médico... Adelgacé 250 gramos. Es una joda !!!!! Toda la semana comiendo pasto. Solo me faltó mugir y perdí 250 gramos! Él explicó que es normal. La mujer demora más en adelgazar, más a mi edad... ¡¡¡El Hijo de puta me llamó gorda y vieja!!!! Anotación: Buscar otro médico. Octavo día de dieta. Fui despertada hoy por un pollo asado. Lo juro! Él estaba en la punta de la cama, bailando can-can. Aclaración: Mis compañeros de trabajo me empezaron a mirar raro...
Noveno dia de dieta. Hoy no fui a trabajar. El pollo me volvió a despertar, esta vez con la danza del vientre. Pasé el día viendo tele. Existe un complot. Todos los canales son de cocina. Enseñaban a hacer tarta de frutillas, lasagna y selva negra... Anotación: Comprar otro control remoto, lo tiré por la ventana.Décimo dia de dieta.Dolores Barreiro es una hueca!!!! ...Décimo tercero día de dieta . La balanza no se mueve. Ella no se mueve! No perdí un mísero gramo! Comencé a reirme a carcajadas. Asustado, el médico, sugirió un psicólogo. Creo que llegó a decir psiquiatra. Será porque yo lo amenacé con un bisturí? Anotación: No vuelvo más al médico, el pollo me dijo que cree que es un chanta.
Décimo sexto dia. No estoy más a dieta. Enojadísima con el pollo, me lo morfé.

"Yo" vs "el resto"

Generalmente chocan conmigo, xq me animo a decir las cosas? Xq si algo me molesta te lo hago saber? Parece qe si...
En este mundo lo mejor seria ser todos amigos, pero no se puede. Entonces qe hacemos? Limitarnos a ser hipocritas y si bueno, no sos MI amigo, x lo menos te lo hago creer... Y asi, vivimos felices para siempre.
Como me molesta eso opino siempre, como mi manera de opinar es distinta a la de los demas, entienden cualquier cosa, siempre. Y despues empieza la rueda a girar y yo por atras corriendola, explicando que eso que se entendio no era lo que qeria decir, etc. Solo x mi afan de decir las cosas...
En algun momento me voy a artar, voy a ser una mas de la masa y voy a dejar qe el mundo qe me rodea piense qe estoy de acuerdo mientras yo, me muero por opinar lo contrario... Solo unas pocas personas entienden mi modo de expresarme, son esas a las unicas qe puedo llamar amigos. Con las cuales siempre surgen discusiones, pero con un fundamento, donde defendemos nuestro punto de vista, y lo defendemos xq opinamos. No como el resto, qe critica x mostrar tu manera de pensar...
En fin, uso este blog como un psicologo... Jajaj, ya qe nadie qiere escuchar, lean... (:

Y a modo de bienvenida...

Y si, ya qe por ahora nadie me dio una merecida bienvenida, me la doy sola... Brindando por nosotras, las mujeres.
Esas qe nunca estamos conformes: si somos flacas comemos para engordar, cuando engordamos nos enterramos en una dieta super estricta... Tenemos un rubio despampanante, una visita al peluqero y salimos divinas, pero morochas... Si soy alta adoro las bajitas, si mido 1.50 mts. con tacos, envidio a esas modelosssss!! Y si, Dios nos hizo asi, hizo qe nos qejemos toodo el dia, qe no nos guste nunca como lucimos, asi estamos siempre tratando de superarnos... Y tambien creo a los hombres, qe odian qe demoremos, qe estemos horas en el espejo... Pero qe saben qe la espera valio la pena...
Qeria empezar asi este blog qe no se xq razon lo cree, siempre qise uno, pero jamas lo empeze xq no se qe escribir... Hoy buscando una frase cai en un blog, qe por arte de magia hizo qe mire una esquinita, donde decia: "Crea un blog" y bueno, aca esta.-
Simplemente una adolescente, con 17 años intento conseguir un carnet para conducir y un auto qe me lleve a donde sea necesario, para poder bailar como si nadie me estuviese mirando...